viernes, 27 de mayo de 2011

EL DIRECTIVO ES UN ESPEJO DE LA INSTITUCIÓN

Hay un triunfo de la mirada (que es inconsciente) sobre el ojo. El ojo está inserto en el cuerpo y la mirada está fuera. No se puede nada solo. Solo no se puede nada, y aceptar la ideología de los otros supone aceptar el mundo como diferente, donde hay tantas maneras diferentes de pensar, sufrir, odiar o triunfar como humanos existen. Y los ojos como órganos de percepción, debemos saber que nos permiten la posibilidad de que los sentimientos nos engañen, ofreciéndonos una información donde reconozco pero desconozco a la vez. Por ejemplo miro el sol, y tengo la ilusión de que sale, se mueve, se pone, que gira alrededor de la tierra, información que nos dan los ojos, sin embargo, sabemos que es la tierra la que gira alrededor del sol. Un Directivo para poder Escuchar debe estar descentrado de sí mismo. Si piensa por líder ser el centro de la cuestión, no se pondrá nunca en el centro de la cuestión: todos somos exiliados del universo de lo único. El entrenador, los técnicos, los jugadores también tienen opinión sobre el trabajo de los directivos, pero la opinión no es criterio, así como oír no es escuchar. Lo que cuesta vale. Hay que leer varias veces un texto para producir un lector. Hay que olvidar para poder volver a leer. Hay que comenzar cada vez como una primera vez todos los partidos, todos los entrenamientos, todas las juntas directivas, todas las reuniones de trabajo, todos los encuentros amorosos. Somos como espejos que reflejan pero que no podemos ver. Nadie puede verse por completo en un espejo. El semejante es un espejo para cada uno y a su vez somos espejos para los otros donde se reflejan. Este proceso es estrictamente psíquico y se denomina: Identificación. La primera relación del sujeto con el mundo es a través de la familia. La familia es el primer modelo de sociedad, por lo tanto el primer modelo de Identificación ideológico y de aprendizaje de lo que somos, de lo que son los hombres y las mujeres, y también aprendemos ahí, una manera de amar, una forma de odiar, de sentir miedo, celos, etc. Para poder continuar con el tema, debemos aceptar que eso que aprendimos en la familia es el primer acercamiento a los afectos, no la única manera de amar o de odiar. Posteriormente, y gracias al proceso de la Identificación, acontecen todas las relaciones humanas. Bajo este proceso se genera una corriente afectiva que determina el acontecer de las relaciones de cualquier ámbito: familiar, laboral, personal o social. Las relaciones humanas están sobredeterminadas por este proceso psíquico (Identificación) y acompañadas de afectos, porque las primeras relaciones para el cachorro humano se dieron bajo la égida de una vital dependencia civilizadora y a su vez gran ambivalencia afectiva. Sin el deseo de los padres para que el recién nacido no muera y crezca sano, sin ese deseo de otros, nadie de los presentes estaría ahora aquí. Y nos identificamos a un “rasgo del otro”, un rasgo del otro semejante en el cual nos reconocemos como humanos. Al principio en el recién nacido no hay nada, no hay personas, animales y cosas, hay sólo él. Hasta el pecho materno es prolongación de su boca, instantes primeros donde todo es completo y perfecto. Después la madre desvía la mirada hacia el trabajo, un hermanito, otro deseo y el niño al seguir ese desvío de la mirada, aprecia por primera vez, que su cuerpo y el de su madre son dos diferentes, gracias a la presencia de un tercero en la escena (trabajo, hermanito…) Este tercero cumple las funciones de padre o símbolo o ley. Y aunque siempre estuvo, por ser estructural, para el recién nacido, ante cada nueva situación vuelve a ocurrirle. Los empleados, los subalternos, a veces ponen al Líder en el lugar de la ley, como representante o legislador de la misma. EL Líder no debe confundirse, no debe creérselo. Puede aprender a Escuchar que hay un pedido de poner límites, de aplicar el reglamento o de utilizar el código interno del club, es decir una ética, pero no puede confundir el símbolo con el cuerpo, la ley con la justicia y la fuerza con el orden. Escuchar esa capacidad de detectar lo latente de los procesos grupales: ¿quién habla?, ¿a quién se dirige? y ¿para qué o para quién? Para el recién llegado al trabajo, o ante el nuevo reto laboral, puede suceder que nos comportemos como nuevos, recién nacidos, teniendo que hacer el proceso (gracias a la identificación) de separar trabajo y trabajador. De las diferentes Identificaciones que surgen en el proceso de humanización, se va conformando la personalidad en sus diferentes grados de carácter. Decíamos que funcionamos en las relaciones a modo de espejo. Siempre que nos ponemos frente al otro, ese otro funciona como un espejo, de manera tal que sólo si somos capaces de reconocernos en ese espejo, establecemos una relación con esa persona. De ahí que nos resulten algunas personas más simpáticas, otras antipáticas y a veces no vemos a alguien que estuvo presente en la reunión o no escuchamos lo que dijo, o antes de conocerlo emitimos juicios, quejas o sin hablar estamos de acuerdo, todo ello por el mecanismo de Identificación, que repito es psíquico, transcurre inconsciente, y de ello nada sabemos, sólo conocemos los efectos como padecimientos. Podemos ver los efectos, si alguien es capaz de leer dichos efectos. Y cuando alguien nos cae simpático es porque nos identificamos a un rasgo del otro que tenemos nosotros, es decir ponemos en el otro, lo que previamente hay en uno mismo, sin saberlo, y nos llevamos bien con ese otro. En los casos en que nos parece antipático el otro, también ocurre lo mismo. Esto puede ser fuente de peleas, de desacuerdos, de enfados, donde a veces es necesaria la presencia de un mediador, para puntuar el asunto.






Del Libro: FÚTOL Y PSICOANÁLISIS (próxima publicación)



Autor: Dr. Carlos Fernández de Ganso. Médico - Psicoanalista, especialista en Dirección Deportiva






Nº Reg. Prop. Intelectual: 6190/2010

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