miércoles, 23 de septiembre de 2009

Conferencia impartida por el Dr. Carlos Fernández en el CURSO SUPERIOR DE DIRECTORES DEPORTIVOS de la RFEF

"Pájaros de sal". Miguel Oscar Menassa

PSICOANÁLISIS Y FÚTBOL

LA VARIABLE AFECTIVA EN LA ALTA DIRECCIÓN (1ª Parte)


Todos tenemos necesidades, las económicas y las afectivas de sentirnos queridos, valorados, reconocidos, y estas necesidades son a veces más importantes que las económicas. De estas necesidades se desprende: una demanda, un pedido de sueldo, de reconocimiento social, de pertenencia al club. Las necesidades, siempre subjetivas son las que generan el deseo. Sin necesidades no hay deseo.
Se puede desear lo mejor para uno mismo y para los demás. A veces no deseamos lo mejor, rechazamos ayudas, mostramos desprecio en nuestros actos. Y como Directores Deportivos se pueden encontrar en el desempeño de su función con colaboradores que sienten envidia y maltratan, o empleados que muestran “inconscientemente” un complejo de inferioridad y sentimientos de culpa, o situaciones de gran intolerancia, y entonces ¿qué hacer?
Partamos de la siguiente hipótesis de trabajo: “Los sentimientos nos engañan”
La conciencia percibe sólo lo que nos interesa. Decíamos antes que la conciencia funciona como los órganos de la percepción (ojos, oídos, piel). La conciencia tiene ojos para fuera y para dentro, y aquello que le interesa como no lo puede acumular, lo pasa como recuerdo al inconsciente, y allí lo almacena en la memoria. En la memoria está todo lo aprendido (los sentimientos también se aprenden) Todos tenemos una manera de amar, de odiar, que adquirimos principalmente en el entorno familiar.
Los sentimientos nos engañan y prueba de ello es que a veces amamos lo que nos hace mal, odiamos a alguien que nos ayudó, tropezamos varias veces con la misma piedra, creemos firmemente que el sol gira, se mueve alrededor de nosotros y que uno mismo es el centro del universo o de su familia o lo más importante de su equipo, cuando en realidad es la tierra la que gira alrededor del sol, somos todos reemplazables y nuestra manera de amar, de trabajar, de negociar, ya está escrita en algún libro aunque no lo hayamos leído.
En cada acto humano se realiza un deseo inconsciente. Otro ejemplo de que los sentimientos nos engañan: conocemos a una persona y el primer día sin apenas hablar con ella nos cae mal, unas semanas después nos hacemos amigos y terminamos confesando que el primer día me cayó mal.
En realidad cuando rechazamos a alguien, es algo de nosotros que rechazamos, es algo de nosotros con lo que no estamos de acuerdo, aunque generalmente el echemos la culpa al otro o a la realidad. Siempre vemos la paja en el ojo ajeno. Los defectos, los malos pensamientos los desplazamos, gracias al mecanismo llamado de Identificación (Mecanismo por el cual ponemos en los demás características de lo que fuimos, de lo que somos, de lo que nos gustaría ser, del padre protector o de la madre nutriz).

No hay comentarios:

Publicar un comentario