Pier Pao
Pasolini, escribió: “El goleador es siempre el mejor poeta del año” Y Albert
Camus, que practicó el fútbol, describía con precisión lo que sentía jugando de
portero: “La pelota nunca viene hacía uno, por donde uno espera que venga. Esto
me ayudó mucho en la vida. Lo que más sé acerca de la moral y las obligaciones
de los hombres, se lo debo al fútbol”
En una
entrevista que realizaron a Pelé, describió lo que siente el pueblo por este
deporte: “Cuando los campesinos sin tierra se apoderaron de las ciudades,
respetaron los estadios, demostrando así su cariño por el fútbol”
La
enumeración de todos los poetas que han versado de fútbol sería motivo de una
investigación más minuciosa y no es la idea del presente trabajo. Podemos citar
a Manuel Alcántara y su poema dedicado a “Pirri”, al inolvidable cántabro y
enorme poeta Gerardo Diego que escribió “El balón de Fútbol”; a Pedro Miranda
con su “Romance de las botas de Zarra”….
Quiero ahora
rescatar la pasión del fútbol de barrio con la precisión, de la que pueden dar
cuenta todos aquellos que hayan practicado éste deporte, en el poema del
cordobés Leopoldo de Luís que en 1954 escribió: “Fútbol modesto”.
FÚTBOL
MODESTO
Desmontes
amarillos bajo el sol del invierno
que pone su
piedad, su tibieza en las cosas,
que arranca
falsas luces de los vidrios verdosos,
diamantes de un
fantástico sueño por el que cruzan
heridos perros
de esperanza y pena.
Delgados
muchachitos,
pálidos
obrerillos con sus botas gastadas,
bajo sus trajes
grises, que van a hacer deporte
o a aprender que
ellos mismos son un balón doliente
que a puntapiés
manejan los grandes jugadores de la vida.
Mañanas de
domingo. La carne fatigada
bosteza
levemente su cansancio remoto.
Una humilde
ilusión, como el rayo en los vidrios
arranca de las almas
llamitas de alegría.
Bota el cuero
cosido de esperanza,
hinchado con un
aire de esperanza,
de risa triste,
de ilusión oscura.
Colores
desteñidos que nunca se asomaron
al sol de los
estadios,
van, vuelven,
corren las camisetas, buscan,,
persiguen una
esfera del color de su sueño.
Ascienden desde
el pozo insondable del tiempo
las horas como
sombras, los trabajos,
la pena, la
miseria, la modesta comida
en los platos
heridos, sobre el hule,
el fondo de la
sórdida galería, la cama
donde se rinde
noche a noche el hueso
abatido de
llanto silencioso y sin lágrimas.
Asciende aquí el
cansancio,
el destino que,
sordo, va cumpliendo sus suertes,
la niñez mal
cuidada, la escuela pobre, el fuego
del brasero
amparando a la familia.
Todo llega al
solar del domingo, confuso,
ceniciento,
remoto, en el cuero que bota,
entre los
desvaídos colores de la blusa,
y se enreda en
las piernas que persiguen
ese balón con
forma de esperanza.
(Continuará)
Del libro:
Poetas del Fútbol
Dr. Carlos
Fernández del Ganso
Pier Paolo Pasolini wrote: "The goal scorer is always the best poet
of the year" and Albert Camus, who practiced football, accurately
described what he felt playing as a goalie: "The ball never comes where
you expect to come. This helped me a lot in my life. I owe football what comes
closer about morality and the obligations of men”
In an interview that was conducted to Pele, he described what people
feel for this sport, "When landless peasants seized the cities, they
respected stadiums, showing like this their love for football"
The enumeration of all the poets who have dealt about football
would be cause for further investigation and it is not the idea of the present
work. We can quote to Manuel Alcántara and his poem dedicated to
"Pirri", to the unforgettable cántabro and great poet Gerardo Diego who wrote
"The Soccer Ball"; to Pedro Miranda with his "Romance of the
boots of Zarra" ...
I want now to rescue the neighbourhood soccer passion with the precision
which can account those who have practiced the sport in the poem of the
cordovan Leopoldo de Luis who wrote in 1954: "Modest Football."
MODEST FOOTBALL
Yellow flattening under the winter sun
that puts its piety, its warmth in the things,
that pulls out fake lights from the greenish glass,
diamonds of a fantastic dream that cross
injured dogs of hope and sorrow.
Skinny boys,
pale labourers with their worn boots,
under their grey suits, who are going to do sport
or to learn that they, themselves are a suffering ball
that with a kick they manage the great players of live.
Sunday mornings. The exhausted flesh
yawns slightly its distant exhaustion.
A humble illusion, as the ray in the glasses
pulls out of the souls little flames of joy.
Boot the sewn leather of hope
inflated with an air of expectancy,
of sad laughter, of dark illusion.
Faded colours that never appeared
to the sun of the stadiums,
they go, come back, the t-shirts run, look for,,
they pursue a sphere of the colour
of their dream.
They ascend from the bottomless well of time.
the hours as shadows, the jobs,
sorrow, misery, modest food
in the injured plates, over the oilcloth,
the bottom of the sordid gallery, the bed
where nightly the bond surrenders
dejected of quiet sobbing and without tears.
The tiredness ascends here,
the destiny that, deaf, is going achieving its luck,
the unkept childhood, the poor school,
the brazier’s fire sheltering the family.
Everything arrives to the site of Sunday, confused,
downcast, remote, in the leather that bounces,
among the faded colours of the blouse,
and it tangles up in the legs that pursue
that ball with shape of hope.
(To be continued)
From the book: Football Poets
Dr.
Carlos Fernández del Ganso
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