Pablo Neruda en el
poema “Colección Nocturna” habla de la vida cotidiana del poeta y sus
diferentes oficios, citando entre ellos a los futbolistas. Dando a entender que
el trabajo de futbolista es un oficio poético. Es un largo poema de
extraordinaria belleza.
COLECCIÓN NOCTURNA
He vencido al ángel del sueño,
el funesto alegórico:
su gestión insistía,
su denso paso llega
envuelto en
caracoles y cigarras,
marino, perfumado de
frutos agudos.
Es el viento que
agita los meses, el silbido de un tren,
el paso de la
temperatura sobre el lecho,
un opaco sonido de
sombra
que cae como trapo
en lo interminable,
una repetición de
distancias, un vino de color confundido,
un paso polvoriento
de vacas bramando.
A veces su canasto
negro cae en mi pecho,
sus sacos de dominio
hieren mi hombro,
su multitud de sal,
su ejército entreabierto
Recorren y revuelven
las cosas del cielo:
él galopa en la
respiración y su paso es de beso:
su salitre seguro
planta en los párpados
con vigor esencial y
solemne propósito:
entra en lo preparado
como un dueño:
su sustancia sin
ruido equipa de pronto,
su alimento
profético propaga tenazmente.
Reconozco a menudo
sus guerreros,
sus piezas corroídas
por el aire, sus dimensiones,
y su necesidad de espacio es tan violenta
que baja hasta mi corazón
a buscarlo:
él es el propietario
de las mesetas inaccesibles,
él baila con
personajes trágicos y cotidianos:
de noche rompe mi
piel su ácido aéreo
y escucho en mi
interior temblar su instrumento.
Yo oigo el sueño de
viejos compañeros y mujeres amadas,
sueños cuyos latidos
me quebrantan:
su material de
alfombra piso en silencio,
su luz de amapola
muerdo con delirio.
Cadáveres dormidos
que a menudo
danzan asidos al
peso de mi corazón,
¡qué ciudades opacas
recorremos!
Mi pardo corcel de
sombra se agiganta,
y sobre envejecidos
tahúres, sobre lenocinios de escaleras gastadas,
sobre lechos de
niñas desnudas, entre jugadores de foot-ball,
del viento ceñidos
pasamos:
y entonces caen a
nuestra boca esos frutos blandos del cielo,
los pájaros, las
campanas conventuales, los cometas:
aquel que se nutrió
de geografía pura y estremecimiento,
ése tal vez nos vio
pasar centelleando.
Camaradas cuyas
cabezas reposan sobre barriles,
en un desmantelado
buque prófugo, lejos,
amigos míos sin
lágrimas, mujeres de rostro cruel:
la medianoche ha
llegado y un gong de muerte
golpea en torno mío
como el mar.
Hay en la boca el
sabor, la sal del dormido.
Fiel como una
condena, a cada cuerpo
La palidez del
distrito letárgico acude:
una sonrisa fría,
sumergida,
unos ojos cubiertos como
fatigados boxeadores,
una respiración que
sordamente devora fantasmas.
En esa humedad de
nacimiento, con esa proporción tenebrosa,
cerrada como una
bodega, el aire es criminal:
las paredes tienen
un triste color de cocodrilo,
una contextura de
araña siniestra:
se pisa en lo blando
como sobre un monstruo muerto:
las uvas negras
inmensas, repletas,
cuelgan de entre las
ruinas como odres:
oh Capitán, en
nuestra hora de reparto
abre los mudos
cerrojos y espérame:
allí debemos cenar
vestidos de luto:
El enfermo de
malaria guardará las puertas.
Mi corazón, es tarde
y sin orillas,
el día, como un
pobre mantel puesto a secar,
oscila rodeado de
seres y extensión:
de cada ser viviente
hay algo en la atmósfera:
mirando mucho el
aire aparecerían mendigos,
abogados, bandidos,
carteros, costureras,
y un poco de cada
oficio, un resto humillado
quiere trabajar su
parte en nuestro interior.
Yo busco desde
antaño, yo examino sin arrogancia,
conquistado, sin
duda, por lo vespertino.
(Continuará)
Del libro: Poetas
del Fútbol
Dr. Carlos Fernández
del Ganso
NOCTURNAL COLLECTION
Pablo
Neruda in the poem ¨ Nocturnal Collection¨ speaks about the daily life of the
poet and his different professions, naming among them to the football players.
Implying that work of the footballer is a poetic profession. It is a long poem
of an extraordinary beauty.
I have
defeat to
the angel of the dream, the horrible allegorical:
his
management insisted, his dense step arrives
covered
with snails and cicadas,
marine,
perfumed of clever fruits.
It is
the wind that beats the months, the whistling of a train,
the
passage of the temperature over the bed,
a dull
sound of shadow
which
falls as cloth in the eternal,
a
repetition of distances, a win of confused colour,
a dusty step of cows bellowing.
Sometimes
his black basket falls in my chest,
his
sacks of power wound my shoulder,
his
multitude of salt, his ajar army:
They
traverse and examine the things of the sky:
he
gallops in the breath and his pace is of kiss:
his
secure saltpetre plants in the eyelids
with
essential vigour and majestic intent:
he
enters in the qualified as a lord:
his
essence without noise suddenly equips,
his
prophetic nourishment propagates
tenaciously.
I
often recognise their warrings,
their corroded pieces by the air,
their dimensions,
and his necessity for space is so
violent
that he descends up to my heart to
look for it:
he is the owner of the inaccessible
plateaus.
he dances with tragic and quotidian
people:
at night his acid aerial brakes my skin
and I listen in my interior shaking his instrument.
I hear
the dream of old friends and beloved women,
dreams
whose beats shatters myself:
his
material of rug floor in silence,
his
light of poppy I bite with delirium.
Corpses
asleep that often
dance
attached to the weight of my heart,
! what
such melancholy cities we go over!
My
brownish steed of shade gets much bigger,
and
over old gamblers, over procuring of worm-out stairs,
over
beds of naked girls, among football players,
from
the wind we pass tight:
and
then to our mouth those soft fruits fall from the sky,
the
birds, the cloistered bells, the comets:
that
one that was nourished of pure geography and shudder,
that
perhaps saw us pass twinkling.
Comrades
whose heads rest on barrels,
in a
dismantled fugitive ship, far,
friends
of mine without tears, women of cruel face:
midnight
has arrived and a gong of death
hits
around me like the sea.
There
is in the mouth the flavour, the salt of the asleep.
Loyal
like a sentence to each body.
The
paleness of the lethargic district comes:
a cold
smile, submerged,
a
covered eyes like exhausted boxers,
a
breathing that dully devours ghosts.
In
that dampness of birth, with that tenebrous proportion,
closed
as a winery, the air is criminal:
the
walls have a sad colour of crocodile,
a
texture of sinister spider:
it is
step on the soft as over a death
monster:
the
immense black grapes, full,
they
hang from the ruins like wineskin:
oh
captain, in our hour of assign
open
the muted bolts and wait for me:
there
we must have dinner dressed in mourning:
The
sick of malaria will keep the doors.
My
heart, is afternoon and without edges,
the
day, like a poor tablecloth hang out to
dry,
it
oscillates surrounded of people and expanse:
from
each living being there is something in the atmosphere:
looking
a lot the air it would appear beggars,
lawyers,
bandits, postmen, dressmaker,
and a
little bit of each trade, a humiliate rest
wants
to work its part in our inner.
I look
for since yesteryear, I examine without arrogance,
captivated,
without doubt, by the vespertine.
(To be
continued)
From
the book: Football Poets
Dr.
Carlos Fernández del Ganso
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