jueves, 5 de marzo de 2015

POETAS DEL FÚTBOL / FOOTBALL POETS

Pablo Neruda en el poema “Colección Nocturna” habla de la vida cotidiana del poeta y sus diferentes oficios, citando entre ellos a los futbolistas. Dando a entender que el trabajo de futbolista es un oficio poético. Es un largo poema de extraordinaria belleza.

COLECCIÓN NOCTURNA

            He vencido al ángel del sueño, el funesto alegórico:
su gestión insistía, su denso paso llega
envuelto en caracoles y cigarras,
marino, perfumado de frutos agudos.

Es el viento que agita los meses, el silbido de un tren,
el paso de la temperatura sobre el lecho,
un opaco sonido de sombra
que cae como trapo en lo interminable,
una repetición de distancias, un vino de color confundido,
un paso polvoriento de vacas bramando.

A veces su canasto negro cae en mi pecho,
sus sacos de dominio hieren mi hombro,
su multitud de sal, su ejército entreabierto
Recorren y revuelven las cosas del cielo:
él galopa en la respiración y su paso es de beso:
su salitre seguro planta en los párpados
con vigor esencial y solemne propósito:
entra en lo preparado como un dueño:
su sustancia sin ruido equipa de pronto,
su alimento profético propaga tenazmente.

Reconozco a menudo sus guerreros,
sus piezas corroídas por el aire, sus dimensiones,
y su necesidad  de espacio es tan violenta
que baja hasta mi corazón a buscarlo:
él es el propietario de las mesetas inaccesibles,
él baila con personajes trágicos y cotidianos:
de noche rompe mi piel su ácido aéreo
y escucho en mi interior temblar su instrumento.

Yo oigo el sueño de viejos compañeros y mujeres amadas,
sueños cuyos latidos me quebrantan:
su material de alfombra piso en silencio,
su luz de amapola muerdo con delirio.

Cadáveres dormidos que a menudo
danzan asidos al peso de mi corazón,
¡qué ciudades opacas recorremos!
Mi pardo corcel de sombra se agiganta,
y sobre envejecidos tahúres, sobre lenocinios de escaleras gastadas,
sobre lechos de niñas desnudas, entre jugadores de foot-ball,
del viento ceñidos pasamos:
y entonces caen a nuestra boca esos frutos blandos del cielo,
los pájaros, las campanas conventuales, los cometas:
aquel que se nutrió de geografía pura y estremecimiento,
ése tal vez nos vio pasar centelleando.

Camaradas cuyas cabezas reposan sobre barriles,
en un desmantelado buque prófugo, lejos,
amigos míos sin lágrimas, mujeres de rostro cruel:
la medianoche ha llegado y un gong de muerte
golpea en torno mío como el mar.
Hay en la boca el sabor, la sal del dormido.
Fiel como una condena, a cada cuerpo
La palidez del distrito letárgico acude:
una sonrisa fría, sumergida,
unos ojos cubiertos como fatigados boxeadores,
una respiración que sordamente devora fantasmas.

En esa humedad de nacimiento, con esa proporción tenebrosa,
cerrada como una bodega, el aire es criminal:
las paredes tienen un triste color de cocodrilo,
una contextura de araña siniestra:
se pisa en lo blando como sobre un monstruo muerto:
las uvas negras inmensas, repletas,
cuelgan de entre las ruinas como odres:
oh Capitán, en nuestra hora de reparto
abre los mudos cerrojos y espérame:
allí debemos cenar vestidos de luto:
El enfermo de malaria guardará las puertas.

Mi corazón, es tarde y sin orillas,
el día, como un pobre mantel puesto a  secar,
oscila rodeado de seres y extensión:
de cada ser viviente hay algo en la atmósfera:
mirando mucho el aire aparecerían mendigos,
abogados, bandidos, carteros, costureras,
y un poco de cada oficio, un resto humillado
quiere trabajar su parte en nuestro interior.
Yo busco desde antaño, yo examino sin arrogancia,
conquistado, sin duda, por lo vespertino.
(Continuará)

Del libro: Poetas del Fútbol
Dr. Carlos Fernández del Ganso

NOCTURNAL COLLECTION

Pablo Neruda in the poem ¨ Nocturnal Collection¨ speaks about the daily life of the poet and his different professions, naming among them to the football players. Implying that work of the footballer is a poetic profession. It is a long poem of an extraordinary beauty.

I have defeat to the angel of the dream, the horrible allegorical:
his management insisted, his dense step arrives
covered with snails and cicadas,
marine, perfumed of clever fruits.

It is the wind that beats the months, the whistling of a train,
the passage of the temperature over the bed,
a dull sound of shadow
which falls as cloth in the eternal,
a repetition of distances, a win of confused colour,
a dusty step of cows bellowing.

Sometimes his black basket falls in my chest,
his sacks of power wound my shoulder,
his multitude of salt, his ajar army:
They traverse and examine the things of the sky:
he gallops in the breath and his pace is of kiss:
his secure saltpetre plants in the eyelids
with essential vigour and majestic intent:
he enters in the qualified as a lord:
his essence without noise suddenly equips,
his prophetic nourishment  propagates tenaciously.

I often recognise their warrings,
           their corroded pieces by the air, their dimensions,
           and his necessity for space is so violent
           that he descends up to my heart to look for it:
           he is the owner of the inaccessible plateaus.
           he dances with tragic and quotidian people:
          at night  his acid aerial brakes my skin  
          and I listen in my interior  shaking his instrument.

I hear the dream of old friends and beloved women,
dreams whose beats shatters myself:
his material of rug floor in silence,
his light of poppy I bite with delirium.

Corpses asleep that often
dance attached to the weight of my heart,
! what such melancholy  cities we go over!
My brownish steed of shade gets much bigger,
and over old gamblers, over procuring of worm-out stairs,
over beds of naked girls, among football players,
from the wind  we pass tight:
and then  to our mouth  those soft fruits fall from the sky,
the birds, the cloistered bells, the comets:
that one that was nourished of pure geography and shudder,
that perhaps  saw us pass twinkling.

Comrades whose heads rest on barrels,
in a dismantled fugitive ship, far,
friends of mine without tears, women of cruel face:
midnight has arrived and a gong of death
hits around me like the sea.
There is in the mouth the flavour, the salt of the asleep.
Loyal like a sentence to each body.
The paleness of the lethargic district comes:
a cold smile, submerged,
a covered eyes like exhausted boxers,
a breathing  that dully devours ghosts.

In that dampness of birth, with that tenebrous proportion,
closed as a winery, the air is criminal:
the walls have a sad colour of crocodile,
a texture of sinister spider:
it is step on  the soft as over a death monster:
the immense black grapes, full,
they hang from the ruins like wineskin:
oh captain, in our hour of assign
open the muted bolts and wait for me:
there we must  have dinner  dressed in mourning:
The sick of malaria will keep the doors.

My heart, is afternoon and without edges,
the day, like a  poor tablecloth hang out to dry,
it oscillates surrounded of people and expanse:
from each living being there is something in the atmosphere:
looking a lot the air it would appear beggars,
lawyers, bandits, postmen, dressmaker,
and a little bit of each trade, a humiliate rest
wants to work its part in our inner.
I look for since yesteryear, I examine without arrogance,
captivated, without doubt, by the vespertine.
(To be continued)

From the book: Football Poets
Dr. Carlos Fernández del Ganso


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