En todos los partidos de fútbol europeo se repite la lógica formal de lo universal y una dialéctica matemática donde se reduce el sujeto a una función. Con esto quiero señalar que tanto en las competiciones caseras como en las internacionales, insiste lo que también sucede en otros ámbitos sociales: intolerancia.
Es a finales del siglo XIX y principios del siglo XX en donde se pueden fechar los grandes hitos científicos que nos piensan y dirigen actualmente en Europa. Supongo que no debe ser muy diferente en otros continentes cuyo fútbol no he estudiado tanto.
Que los ingleses alcanzaran la patria potestad del invento y la prensa deportiva francesa fura la primera en gestionarla o que los equipos españoles e italianos sean los vencedores en el cincuenta por ciento de los torneos y que grandes capitales financieros inviertan en los clubes o que gran parte del “pie de obra” proceda del sur americano son efectos deportivos o económico-políticos, y no la causa de nada.
La formación de los dirigentes deportivos, es una demanda patente en Europa; así cuando el presidente de la FIFA, señor Blatter, resultó abucheado en su propia sede de Suiza, abandonó la reunión alegando a la prensa: ¡que abucheen al presidente de la FIFA es intolerable e inadmisible! Podríamos hablar de los inconvenientes legales que la justicia ordinaria, por las denuncias de un club suizo, hace recaer sobre la UEFA.
La TOLERANCIA es clave en la gestión (arte de lo posible) que todo dirigente deportivo europeo lleva adelante. La salud, educación y cultura de nuestros deportistas, técnicos, profesionales y espectadores depende en gran parte de ello. Y la tolerancia por ideológica se transmite inconscientemente y se muestra en los actos, no sirviendo las medidas de buena voluntad para imprimirla o transformarla.
Desconocer estas premisas o cuestionar la existencia de métodos científicos es similar a manejarse en la vida cotidiana con tecnología del siglo XVIII.
En la gestión deportiva y economía política, con demasiada frecuencia hace síntoma social, es decir, se pervierte el espíritu y la ética deportiva, imponiéndose la moral de los poderosos y estafadores que quieren usurparnos la estética del balompié y otros bienes culturales.
Dr. Carlos Fernández
Médico Psicoanalista
Especialista en Dirección Deportiva
www.carlosfernandezdelganso.com
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