El barrio marca de
tal manera que la memoria produce cada vez de manera singular aquellos primeros
regalos: un balón de reglamento, botas con tacos...En este poema Carlos
Fernández rescata pormenores de los partidos jugados en campos de tierra.
LAS BOTAS Y EL BALÓN DE FÚTBOL
El barrio de cuatro
caminos, encrucijada en el amor
de dos estadios:
Chamartin y Metropolitano, custodia
los mejores
recuerdos jugando a la nostalgia con los
reyes magos de un
balón de reglamento y botas de fútbol.
Cuando llegaba el
domingo todo era alegría:
ropa de domingo,
churros y por la tarde partido.
Durante la semana,
estudiar era lo primero y
entrenar jugando
después, el premio del colegio.
Padre era forofo,
madre todo pasión y sobresaliente
mi calificación en
el terreno de las ciencias y las letras
noble con el rival,
el cinco de dorsal y jugando de libero,
una vez desde fuera
del área, con la izquierda, hice gol.
En mi barrio el
fútbol es cosa artesanal: quitar el barro
de las botas después
de cada partido, darle grasa de caballo
y cuando se llegaba
a casa, nunca sucio ni derrotado, y
si fuera necesario
responder mintiendo al: ¿habéis ganado?
Cuando, fruto de la
contienda, más que rozaduras
y pequeñas heridas,
fueron las derrotas por goleada
o el árbitro muy
casero, el enfado era tan memorable
que aún recuerdo:
¡¡quedarme sin hambre y sin sueño!!
Toda derrota duraba
hasta el primer entrenamiento
dónde puntualidad,
indumentaria eran medida del deseo
y pensar en el
equipo lo primero, le servía al mister
para evaluar quien
jugaría el próximo partido de titular.
La mañana del
partido era mágica, y en el sueño de la noche
anterior, aunque
lloviera o no tuviéramos en la grada clan,
siempre marcaba
algún gol o salvaba bajo palos algún balón
y las chicas, coreaban
mi nombre junto a un señor con tambor.
Los aperitivos
después del partido con amigos y familiares
eran una comunión de
bromas, al que le pusieron sotana;
de sana envidia al
que mejor hiciera sombreros y, si detuvo
el cancerbero algún
penalti, todos lo adoraban cual torero.
(Continuará)
Del
libro: Poetas del Fútbol
Dr.
Carlos Fernández del Ganso
The
neighbourhood leaves marks in such a way, that memory produces each time in a
singular way those first gifts: a regulation ball, boots with heels ... In this
poem Carlos Fernandez rescues details of the games played on dirt fields.
THE BOOTS AND THE FOOTBALL BALL
The
neighbourhood of cuatro caminos,
crunch in love
of two
stadiums: Chamartin and Metropolitan,
it guards
the
best memories playing nostalgia with
the wise
men of a regulation ball and football boots.
When
Sunday arrived all was joy:
Sunday
clothes, churros and afternoon
matches.
During
the week, to study was the first and
train
and then play, award of the school.
Father
was enthusiast, mother all passion and distinction
my
qualification in the field of science and letters
nobleman
with his rival, five of dorsal and
playing as defence,
once
from outside the area, with my left, I scored a goal.
In my
neighbourhood football is a handmade thing: remove mud
of the
boots after each game, give them horse fat
and
when I came back home, never dirty or defeated, and
if it
was necessary respond with a lie to the: have you won?
When,
the result of the argument, more than rubbing
and
minor injuries, were defeats by a landslide
or
very homely referee, anger was so memorable that
I
still remember: remain no hunger and no sleepy!!
All
defeat lasted until the first training
where
punctuality, attire were measure of desire
and
think about the team was the first, it served to the coach
to
assess who would play the next match as holder.
The
morning of the match was magical, and in the dream of the night
before,
even if it would rain or we would not
have clan in the stands,
I
always scored some goal or saved under sticks some ball
and
the girls, chanted my name next to a men with a drum.
The
snacks after the game with friends and family
were a
communion of jokes, which they put a cassock;
healthy
envy to whom made better hats and if the goalkeeper
stopped
some penalty, all worshipped him as bullfighter.
(To be continued)
From the book: Football Poets
Dr. Carlos Fernández del Ganso